Los martes por la mañana tomaba tostadas, y entre bostezos se subía los calcetines a cuadros que se le resbalaban, mientras, espiaba a su vecino de enfrente, quien buscaba desesperado los informes que había dejado en el cajón de la derecha de su escritorio.
Se ponía su camisa rosa y sus pantalones grises, y salía camino al trabajo esperando que su vecino se diera cuanta de que se le quemaban las tostadas antes de que saltará la alarma anti-incendios y vinieran los bomberos.
Genial paradoja.
ResponderEliminarmui lindo, un abrazoteeee (:*
ResponderEliminarEl encantamiento no la dejaba ver que estaba apuradísmo??? ¡¡pobre!! ¿camisa rosa y pantalones grises? ¡Excelente combinación!
ResponderEliminarMUY LINDO ! ME ENCANTA :D
ResponderEliminarTE SIGO, TE ESPERO POR MI BLOG :D
No sé por qué este relato me recordó a la pelicula Amélie :)
ResponderEliminarBonito..como siempre :)
ResponderEliminarUn kiss!
Muy bonito. Sí.
ResponderEliminarUn abrazo.
Si los bomberos son guapos quizá....
ResponderEliminarCuidate<3!
Y los demás días??
ResponderEliminarUn beso!!
Me gusta tu blog >.< te sigo!
ResponderEliminarsaludos ^.^