Es tan breve que el verdadero sentimiento se queda siempre a las puertas de la conciencia.

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jueves, 31 de diciembre de 2009

31 de Diciembre, 23:58
Ella se escondió aún más tras la bufanda, y metió las manos en los bolsillos de él.
- Que frío hace.- murmura, él sonríe.
- Ya queda poco.- la consuela.- ¿Un último beso?
- Este beso tiene que durar todo el año.- responde divertida, él se ríe.
Se besan.
Campanas.
1 de Enero, 00:01
Ella sonríe y se lame los labios.
- Feliz año nuevo.- dice.





Y feliz año nuevo a vosotros tambien.

domingo, 27 de diciembre de 2009

Adoro esos segundos cuando me acabo de despertar en los que no recuerdo ni mi nombre, justo antes de acordarme de ti.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

- ¿Estas borracha?
- Estoy buscándome en el fondo de la botella.- contesta, y se ríe.- no sabes lo que me ha costado vaciar la botella para poder buscarme.

domingo, 20 de diciembre de 2009

- ¿Cuál es tu problema?- preguntó él.
- Tengo tantos, a cual en concreto te refieres.- contestó ella tristemente.
- A ese que hace que no puedas quererme.

- Que tengo el corazón de hielo, ese es el problema.- dijo, y suspiró, un suspiro frío como el viento del norte.

martes, 15 de diciembre de 2009

Se le caían las medias.
Ella se frotó una pierna contra la otra, nerviosa, el elástico de la a media derecha resbaló más allá de la rodilla.
Su mano subió despacio por su pierna hasta colocarla en su sitio, primero una, después la otra.
- ¿Puedes dejar de hacer eso?- preguntó él.
- Es que se me resbalan.
- Y a mí lo que se me resbala cada vez que lo haces es el autocontrol.

- Haberlo dicho antes.- susurró y tiró de las medias hacia abajo para poder volver a subírselas.

sábado, 12 de diciembre de 2009

- Yo no te necesito.
- Eso es lo que te quieres creer.

martes, 8 de diciembre de 2009

Se tropezó.
- El escalón se ha movido.- dijo ella, él se echó a reír.- ¿No me crees?- le increpó.
- Si, si, te creo.- aseguró él.
- Pues no deberías por que los escalones no se mueven.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Lunares.
Tres para ser exactos, tres caminantes del desierto.
Cada noche cambiaban de sitio, tal y como aseguraba su propietaria.
Siempre había quien los buscaba.
Allí, entre las sábanas.