Es tan breve que el verdadero sentimiento se queda siempre a las puertas de la conciencia.

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viernes, 24 de agosto de 2012

Vi ponerse el sol entre tus costillas y me asusté de que la noche me atrapara allí, pequeña y encogida sobre tu pecho, y tener que volver andando a tientas, haciendo equilibrios sobre tu clavícula. Pero cuando fui a levantarme me sujetaste con un dedo y me preguntaste donde iba, "tengo que volver a casa" grite con mi vocecita y casi me caigo al suelo cuando te reíste, "quédate esta noche" me pediste y me hiciste una cueva con tus manos para que pasara la noche, entonces dejo de importarme que el sol desapareciera tras tu espalda.

sábado, 18 de agosto de 2012

Quería escribir textos llenos de vida, con palabras que te arrullase y meciesen, que saltaran del papel y te acariciasen las mejillas, quería escribir textos con sentimientos que te despertasen, que te sacudiesen, que te conmoviesen. Quería escribir textos que calmaran tus heridas, pero a veces he escrito con aguas envenenadas y turbulentas, voy a calmar mi curso y ser fuente. Entonces haré textos llenos de vida de los que puedas beber.




¡Mi pequeño blog ha llegado a los 500 seguidores! Eso es la mitad de mil (cómo seguro que sabréis) ¡son un montón! ¡Muchas gracias! No hay duda de que por lo menos a alguien debe de gustarle lo que escribo ^^

sábado, 11 de agosto de 2012

Subí a la cima del mundo, donde los árboles me rodeaban, donde podía oír las risas y conversaciones ajenas pero no veía a nadie, donde nadie me veía a mí, donde el viento soplaba y mecía las ramas, donde podía tocar el azul del cielo y los pájaros me acogían como una más. Y todo eso me llenaba y me vaciaba, y no tenía porque pensar en nada de lo que había más abajo, y aún así pensé, pensé que a ti todo eso te hubiese gustado mucho.

martes, 7 de agosto de 2012

Entre las cuatro esquinas de mi cama hallamos un santuario, una tierra de banderas blancas, de pactos con el tiempo. Detuvimos al destino durante un día e hicimos el amor desesperados, hicimos el amor esperanzados, pensando que era la última vez, deseando que solo fuera la primera de muchas.
Y no dejamos que ningún reloj se colase entre las sábanas, y yo te conocí de toda la vida y tú fingiste que compartiríamos los amaneceres. Mientras nos aprendíamos de memoria el uno al otro, nos mirábamos de frente y de perfil, nos observábamos con la luz encendida y nos palpábamos a oscuras, para tener un recuerdo de la paz, cuando el tiempo se cobrase las horas que nos negamos a vivir a su ritmo.