- Nadie se divertía tanto como nosotros, ¿verdad, Henriette?
Nadie se reía tanto como tú y yo, ni se comprendía tan bien como lo hacíamos nosotros. Podríamos haber sido almas gemelas, pero a ninguno de los dos le gustaba el otro, es más tú acabaste casada con mi hermano; aun así todos pensaban que no podíamos ser solo amigos, y que yo debía de estar engañando a Celia, por muchas veces que les dijéramos que no había nada; a Celia nunca parecieron importarle esas dudas, ahora sabemos que era porque estaba enamorada de Jude; tú tenías razón, lo reconozco.
Nos lo pasábamos tan bien, ¿verdad, Henri?
Algunas veces te echo mucho de menos, eras mi mejor amiga, pero los dos tuvimos que seguir con nuestras vidas, y nos separamos. Primero Paul y después tú, a ti por lo menos puedo llamarte por teléfono, pero me gustaría que vinieras a visitarnos, poder ver a mi sobrino, y ya sabes que a Jane le encantas.
Éramos bastante felices, pero murió Stephen y resultó que yo te recuerdo demasiado a él. – Se oyen sollozos al otro lado de la línea.

- Lo siento mucho Lionel, ojala todo fuera como antes.

Puedo cometer errores si es eso lo que quiero hacer, puedo equivocarme de la manera más horrible y absoluta, puedo caer hasta el fondo, y no solo puedo hacerlo sino que además puedo repetirlo, puedo caer en el mismo error cuantas veces quiera; Pero lo verdaderamente importante no es si puedo, es si quiero. Ahora es el momento de elegir, y puedo equivocarme o no.

- Me rindo.
- No digas tonterías, para rendirte tendrías que haber empezado a luchar.

Aquí no hay color, esta todo pintado de blanco, hace frío y huele a medicamentos, también a miedo, a mi propio miedo entre otros, un olor que se ha pegado a mi ropa y a mi pelo, que no se va con agua ni jabón, ni aunque te arranques la piel a frotarte, me acompaña a todas partes, aunque vaya muy, muy lejos, y lo he intentado, pero no es una opción. A veces es incluso peor porque por debajo de todo esto huele a muerte, y nada de lo que le dan las enfermeras hace que Lucien vuelva a oler a sol.

Premios

Muchísimas gracias a P., que se merece muchos más premios.

Otorgar el premio a siete blogs:

Mentiras guardadas en el freezer listas para ser descongeladas en el microondas de Flu!

Drops of Jupiter de la niña de Caronte

Pink de Niicky Gray

Felicidad Concentrada de Berta Viteri Ramirez

El tarro de mermelada de Madison N. Cheshire

La mala del cuanto no es tan mala de la mala del cuento

Esperando dos pecas y un tiramisú de tiramisú de limón

Decir siete cosas que te gusten:

Los libros, los viernes, el chocolate, las sonrisas, las personas, la autenticidad, y tú.

- ¿Estas buscando trabajo?
- No,¿Por qué?
- Porque tengo el puesto vacante, y creo que eres realmente ideal para el hombre de mi vida.

Casualidad. El destino es una serie de casualidades, una detrás de otra, como fichas de dominó que van cayendo, y la caída de la última ficha tiene alguna gran consecuencia. Como cuando me olvidé el monedero y perdí el tren, en el mismo momento que tú leías el periódico en la cafetería; tuve que coger el siguiente tren, donde me quede dormida, mientras tú te tomabas un café; una señora me dio un codazo dos paradas después de donde debería haberme bajado, justo cuando tú pagabas la cuenta; salí del tren y aceleré calle abajo, tú paraste centímetros antes de la esquina donde deberíamos habernos chocado y conocido, y yo pasé de largo a toda velocidad. Debió de fallar alguna pieza.

- Pensaras que soy rara.
- No.
- ¿No soy rara?
- No, que no era eso en lo que estaba pensando.

Caes. Pensabas que habías tocado fondo, pero te equivocabas, solo estabas en el subsótano 1, ahora estas mucho más abajo y esto sí que es el fondo.

- Es increíble como algo puede desaparecer sin más.- dijo la chica del tren, el hombre frente a ella la miró sorprendido, ¿hablaría con él?- esta mañana me desperté y sencillamente ya no estaba.- la chica le miraba con los ojos bien abiertos y las manos extendidas con las palmas hacia arriba, definitivamente hablaba con él.

- ¿El qué?- preguntó.

- La esperanza.- murmuró ella.- ayer tenía un montón y esta mañana cuando abrí los ojos no me quedaba nada.- la chica del tren ahogó un sollozo y volvió a mirar por la ventana.

Así que tú eres la razón por la que dibuja corazoncitos en los márgenes de las hojas.

Son palabras fugadas, reinas del escapismo que huyen por la ventana. Mueve los labios para formarlas pero no aparecen, tienes una lengua mal domesticada que no hace lo que quieres, pero es porque tu cerebro hace interferencias. Piensas demasiado, te lo piensas demasiado, se va a ir y no te lee la mente, al final se irá sin saber que le quieres.

- ¿Crees que puedes ir por ahí diciéndole a la gente toda la verdad?
- Poder puedo, que no debería es otra cosa.

¡Gracias! ya son 100 seguidores ^^

Premios

1)Agradecera quien te lo dió:

muchas gracias a Flu! y a Vane_19_26

2)¿Por qué te gusta/n su/sus historia/s:

me gustan las cosas especiales, singulares, me gustan sin más.

3)¿Qué te llevó a escribir tu historia?: ordenar un poco mi cabeza.

4)Pasárselo a 4 blogs:
Freckles de Frankie Jane Parker.
Cuentos de mentira de Cuxiflú.
De amor y casualidad de Espérame en Siberia.
Dame existencia a flor de piel de Ensalada Rusa.

Annie le mira con sus ojos verdes, y sonríe, sin poder evitarlo.
Esta sentada en la encimera de la cocina, lleva puesta una sudadera de hombre que le llega por las rodillas, y le observa pelearse con su cocina para hacer crêpes, muy francés. Sonríe, otra vez, esta en un estado de euforia que no sabe si lo ha provocado Elliot o el buen sexo.
- Et voila!- dice Elliot, ofreciendo el desayuno.
- Magnifique.- responde aplaudiendo, y sonríe, otra vez, ¿por qué no?

Tu sonrisa fue una coma, el beso un punto, el te quiero un punto y aparte, el adiós un punto final.
Y sobre mi corazón hay escritos puntos suspensivos.