Respirar

En la infancia el tiempo es infinito, siempre hay más, tanto que sobra, que hay tiempo para inspirar profundo. Luego, cuando el tiempo se acelera, te obsesionas con gastarlo, ahora, porque ya no vuelve. Entonces, el tiempo nunca sobra, siempre nis falta el aliento. Incluso en los días de descanso, lleno las horas, expiro el aire contenido.
En clase de yoga, hacemos un ejercicio, tumbados bocarriba con las piernas en alto, los pies mirando al techo, observamos las punta de los dedos. Veo los cuadros pastel del salón de mis padres, los que están sobre el sofá, y veo mis pies bailando sobre ellos. Siento ternura por ese pasado, esa levedad, esos pulmones llenos de oxígeno que querían más.
El yoga es para que no me duela la espalda después de 8 horas en la oficina, y para llorar suave de nostalgia con los pies hacia el techo, el instructor dice: respirad.